“La historia humana es trágica por naturaleza, y, cuando se cambia para mejorar, siempre hay costos intermedios. Sabíamos perfectamente que desprenderse de las empresas públicas y la flexibilización laboral iban a dejar a gente en la calle. Pero son fenómenos transitorios en una estrategia que me parece que ha servido al desarrollo humano. Por doloroso que sea, era necesario pasar por todo esto para hacer empresas más productivas.”
Michel Camdessus. Ex director general del Fondo Monetario Internacional (FMI).
Cuando un país tiene una moneda propia, tiene un gran activo. En tiempos difíciles puede aplicar una devaluación a fin de, con la estrategia correcta, incrementar su productividad y de impulsar sus exportaciones (ya que éstas se abaratan a ojos y bolsillos del comprador). Es cierto que como contrapartida las importaciones se encarecen y el conjunto de la economía doméstica se resiente. También puede incrementarse la inflación aunque esta situación puede devenir una ventaja o una desventaja dependiendo del porcentaje de la misma. Una forma sutil de devaluar es también la impresión de papel moneda y dejar que ésta fluctúe en el mercado (los USA han sido unos genios en estas prácticas).
Cuando ese país pasa a pertenecer a un Club que tiene una moneda común para todos sus miembros entonces la situación se complica. De sobras es sabido que, en el Club, no todos los miembros tienen los mismos intereses y las mismas ambiciones. En esa situación, el sufrido nuevo miembro del Club no puede devaluar y lo que aplica obedientemente es una devaluación interna, es decir, un drástico recorte de los salarios de la población. Lo que en teoría debería incrementar el PIB y la competitividad. Pero el resultado real en ese país (que además tiene una tasa de desempleo desenfrenada) es el de que el poder adquisitivo de los ciudadanos se resiente ya que los precios no bajan, muy al contrario. Y, además, se acentúan las diferencias entre los ingresos de los pobres y los de los ricos tendiendo ha hacer desaparecer la clase media (esa sobre la que se ha sustentado toda economía capitalista moderna).
La última crisis financiera iniciada en el 2008 no ha hecho más que acelerar una tendencia que se inició en la década de los 1980’s, con unas tasas crecientes de desempleo estructural y una congelación -o presión a la baja- de los salarios. Resultado de ello es cada vez más palpable que muchos ciudadanos no está dispuestos a consentir ese estado de cosas y, como consecuencia, una creciente desigualdad está erosionado el modelo social. La desigualdad social intra y entre países se hace cada vez más relevante. Todo ello está contribuyendo a la erosión de los mercados y por lo tanto a la erosión de la actividad empresarial.
Está claro que desde nuestras empresas no podemos luchar solos contra esa situación si antes no actúan los gobiernos a los que votamos. Pero eso si, deben actuar en la buena dirección, es decir, con una estrategia y en la búsqueda del bien común !!!!