La co-opetición es una forma diferente de ver el negocio. Es pensar en cómo hacer más grande la tarta en lugar de luchar por una pequeña porción.

Adam M. Branderburguer & Barry J. Nalebuff

En los duros días en que vivimos, la actividad de las empresas se resiente por la dificultad de conseguir crédito a un precio razonable y por la apatía de los compradores. Las administraciones públicas son prisioneras de una deuda desorbitada. Las familias reducen sus compras por temor a un futuro incierto en cuanto a la garantía de la regularidad de sus ingresos.

Ante esta situación las empresas están obligadas a buscar nuevas formas de producir y de competir. ¿Cuál es la estrategia que debe tomar nuestro tejido industrial más cercano, es decir, nuestras Micro y PYMEs? Una alternativa es la posibilidad de recurrir a la exportación, claro está. Aunque a menudo puede verse frustrada por el débil crecimiento de los países accesibles y la dureza de la competencia. Pero hay otras vías, no excluyentes, a explorar como lo son la cooperación y las alianzas. Por ejemplo, empresas con afinidades pueden acordar la reducción de sus líneas especializándose en unas cuantas de ellas y complementar su portafolio con la producción de la otra, que a su vez hará lo mismo en sentido inverso. Se trata e buscar aquellas condiciones en las que la co-opetición (competencia y cooperación) haga más atractivos nuestros productos a los clientes y nos permita aumentar nuestra cuota de mercado, es decir, aumentar el tamaño de nuestra porción de tarta.

Es claro que este no es un camino fácil, requiere una marcada orientación hacia el mercado, gran flexibilidad en los acuerdos, los objetivos deben ser claros, la contribución y responsabilidad de cada una de las partes se debe precisar y delimitar con rigor, cualquier contingencia debe estar prevista de antemano. Pero no por ello es un camino que no debamos explorar.

Al fin y al cabo el negocio es un juego en el que la clave para conocer qué jugador tiene más “poder” es el concepto de valor añadido. Tomemos el tamaño de la tarta cuando nuestra empresa y nuestra competencia  estamos en el juego; entonces pensemos en el tamaño de la tarta que los otros jugadores pueden conseguir si nosotros no estamos en el juego. La diferencia es precisamente nuestro valor añadido.